sábado, 23 de abril de 2016

El mundo percibido y el mundo de la ciencia
Maurice Merleau-Ponty

El mundo de la percepción, es decir, aquel que nos revelan nuestros sentidos y la vida que hacemos, a primera vista parece el que mejor conocemos, ya que no se necesitan instrumentos ni cálculos para acceder a él, y, en apariencia, nos basta con abrir los ojos y dejarnos vivir para penetrarlo. Sin embargo, esto no es más que una falsa apariencia. En estas conversaciones me gustaría mostrar que una gran medida es ignorado por nosotros, mientras permanecemos en la actitud práctica o utilitaria; que hizo falta mucho tiempo, esfuerzos y cultura para ponerlo al desnudo, y que uno de los méritos el arte y el pensamiento modernos (con esto entiendo el arte y el pensamiento desde hace cincuenta o setenta años) es hacernos redescubrir este mundo donde vivimos pero que siempre estamos tentados de olvidar.
Esto es particularmente cierto en Francia. Uno de los rasgos, no sólo de las filosofías francesas, sino también de lo que un poco vagamente se llama espíritu francés, es reconocer a la ciencia y los conocimientos científicos un valor tal que toda nuestra experiencia vivida del mundo resulta de un solo golpe desvalorizada. Si quiero saber qué cosa es la luz, ¿no debo dirigirme al físico? ¿No es él quien me dirá si la luz, como se lo pensó durante un tiempo, es un bombardeo de proyectiles incandescentes o, como también se lo creyó, una vibración del éter o, por último, como lo admite una teoría más reciente, un fenómeno ¿De qué serviría consultar aquí nuestros sentidos, demorarnos en lo que nuestra percepción nos enseña de los colores, los reflejos y las cosas que lo soportan, ya que, manifiestamente, éstas no son sino apariencias, y tan sólo el saber metódico del sabio, sus mediadas, sus experiencias pueden hacernos salir de las ilusiones donde viven nuestros sentidos y hacernos acceder a la verdadera naturaleza de las cosas? ¿No consistió, el progreso del saber, en olvidar lo que nos dicen los sentidos ingenuamente consultados y que no tiene lugar en un cuadro verdadero del mundo, sino como una particularidad de nuestra organización humana, de la que la ciencia fisiológica dará cuenta un día, como ya explica las ilusiones del miope o del présbite? El mundo verdadero no son esas luces, esos colores, ese espectáculo de carne que me dan mis ojos; son las ondas y los corpúsculos de los que me habla la ciencia y que encuentra tras esas fantasías sensibles.
Descartes llegó a decir que únicamente a través del examen de las cosas sensibles, y sin recurrir a los resultados de las investigaciones eruditas, yo puedo descubrir la impostura de mis sentidos y aprender a no confiar sino en la inteligencia. Digo que veo un trozo de cera. Pero ¿qué es exactamente esta cera? Con seguridad, no es ni el color blancuzco, ni el olor floral que acaso todavía conservó, ni esa blancura que siente mi dedo, ni ese ruido opaco que hace la cera cuando la dejo caer. Nada de todo eso es constitutivo de la cera, porque puede perder todas esas cualidades sin dejar de existir, por ejemplo si la hago fundir se transforma en un líquido incoloro, sin un olor apreciable y que ya no resiste a la presión de mi dedo. Sin embargo, digo que la misma cera sigue estando ahí,  Entonces, ¿cómo hay que entenderlo? Lo que permanece, a pesar del cambio de estado, no es más que un fragmento de materia sin cualidades, y en su punto límite cierto poder de ocupar el espacio, de recibir diferentes formas, sin que el espacio ocupado ni la forma recibida sean en modo determinados. Ése es el núcleo real y permanente de la cera. Sin embargo, es manifiesto que esa realidad de la cera no se revela solamente a los sentidos, porque ellos siempre me ofrecen objetos de un tamaño y una forma determinados. En consecuencia, la verdadera cera no se ve con los ojos. Sólo es posible concebirla con la inteligencia. Cuando yo creo ver la cera con mis ojos, lo único que hago es pensar, a través de las cualidades que caen por su propio peso, en la cera desnuda y sin cualidades que su fuente común. Para Descartes, por lo tanto – y durante mucho tiempo esta idea fue omnipotente en la tradición filosófica en Francia-, la percepción no es más que un comienzo de ciencia todavía confusa. La relación de la percepción con la ciencia es la de la apariencia con la realidad. Nuestra dignidad es remitirnos a la inteligencia, que es la única que nos descubrirá la verdad del mundo.
Hace un rato, cuando dije que el pensamiento y el arte moderno rehabilitan la percepción y el mundo percibido, naturalmente no quise decir que negaban el valor de la ciencia, ya sea como instrumento del desarrollo técnico o como escuela de exactitud y veracidad. La ciencia fue y sigue siendo el campo donde debe aprenderse lo que es una verificación, lo que es una investigación escrupulosa, lo que es la crítica de uno mismo y de sus propios prejuicios. Bueno era que esperara todo de ella en un tiempo donde aún no existía. Peor la cuestión que el pensamiento moderno plantea a su respecto no esta destinada a impugnarle la existencia o a cerrarle ningún campo. Se trata de saber si la ciencia ofrece u ofrecerá una representación del mundo que sea completa, que se baste, que de algún modo se cierre sobre sí misma de tal manera que tengamos ya que plantearnos ninguna cuestión válida más allá. No se trata de negar o limitar la ciencia, se trata de saber si ella tiene el derecho de negar o excluir como ilusorias todas las búsquedas que no proceden, como ella, por medidas, comparaciones y que no concluyen con leyes tales como las de la física clásica, encadenado tales consecuencias a tales condiciones. No sólo esta cuestión no señala ninguna hostilidad al respecto de la ciencia, sino que incluso es la propia ciencia la que, en sus desarrollos más recientes, nos obliga a plantearla y nos invita a responderla negativamente.
Porque, desde fines del siglo XIX, los sabios se acostumbraron a considerara sus leyes y teorías no ya como la imagen exacta de lo que ocurre en las Naturaleza, sino como esquemas siempre más simples que el acontecimiento natural, destinados a ser corregidos por una investigación más precisa, en una palabra, como conocimientos aproximados. Los hechos que nos propone la experiencia están sometidos por la ciencia a un análisis que no podemos esperar que alguna vez se concluya, puesto que no hay límites a la observación y por que siempre es posible imaginarla más completa o exacta de lo que es un momento determinado.
Lo concreto, lo sensible asignan a la ciencia la tarea de una elucidación interminable, y de esto resulta que no es posible considerarlo, a la manera clásica, como una simple apariencia destinada a que la inteligencia científica la supere. El hecho percibido y, de una manera general los acontecimientos de la historia del mundo no puede ser deducidos de cierta cantidad de leyes que compondrían la cara permanente del universo; a la inversa, es la ley precisamente una expresión aproximada del acontecimiento físico y deja de subsistir su opacidad. El sabio de hoy no tiene ya, como del período clásico, la ilusión de acceder al corazón de las cosas, al objeto miso. En este punto, la física de la relatividad confirma que la objetividad absoluta y última es un sueño, mostrándonos cada observación estrictamente ligada a la posición del observador, inseparable de su situación, y rechazando la idea de un observador absoluto. En la ciencia, no podemos jactarnos de llegar mediante el ejercicio de una inteligencia pura y no situada a un objeto puro de toda huella humana y tal como Dios lo vería. Lo cual nada quita a la necesidad de la investigación científica y sólo combate el dogmatismo de una ciencia que se consideraría el saber absoluto y total. Simplemente, esto hace justicia a todos los elementos de la experiencia humana, y en particular a nuestra percepción sensible.
Mientras que la ciencia y la filosofía de las ciencias abrían así la puerta a una exploración del mundo percibido, la pintura, la poesía y la filosofía entraban resueltamente en el dominio que les era así reconocido y nos daban de las cosas, del espacio, de los animales y hasta del hombre visto desde afuera, tal y como aparece en el campo de nuestra percepción, una visión muy nueva y muy característica de nuestro tiempo. En nuestras próximas conversaciones nos gustaría describir algunas de las adquisiciones de esta búsqueda.

El Mundo de la Percepción – Siete Conferencias
Fondo de Cultura Económica  - México – 2006

domingo, 3 de abril de 2016

Aproximación al espacio
Concepto de Espacio
Elena Blanch González

Dar respuesta a la cuestión ¿Qué es el espacio? No es fácil. En su sentido más amplio, entendemos el espacio como extensión. Este concepto integra multitud de puntos de vista: el espacio físico, el geográfico, el geométrico, el astronómico y otros muchos. Además, para acercarnos al concepto abstracto de espacio hemos de conocer qué significa ese término en disciplinas como la matemática, la física y la filosofía.
El espacio es definido por el matemático Mariano Díaz Velázquez como “la región tridimensional en que situamos todos los cuerpos y todos los movimientos” Las matemáticas se concentran en el estudio de las dimensiones como la altura, la anchura y la profundidad; a través de la vista recibimos la información que estos tres planos esenciales nos ofrecen.
En física, antes de la formulación de la teoría de la relatividad, se entendía el espacio limitado por las tres dimensiones clásicas (alto, ancho y largo), pero todo cambió con la Einstein, que añadió a la tridimensionalidad el tiempo como cuarta dimensión.
En filosofía, espacio y tiempo son conceptos fundamentales:
*Los presocráticos relacionaban espacio y materia con conceptos como el ser y el no ser, o lo lleno o lo vacío.
* Platón consideró el ser bajo tres aspectos: uno, el de las formas o las ideas, común para todos, increado, indestructible, invisible e innumerable para los sentidos; otro, las cosas sensibles, siempre en transformación, movimiento creado, perceptible para los sentidos y la opinión; y por fin el espacio, eterno, indestructible, habitáculo de las cosas creadas y aprehendido.
*Aristóteles refiere el espacio como límite interno que envuelve a un cuerpo, como cualidad de las cosas y como distribución de los cuatro elementos (aire, agua, fuego y tierra).
*La Edad Media distinguió entre el locus (lugar), la situs (ocupación por las partes del cuerpo de un lugar) y el spatium (distancia entre dos puntos).
*A partir del Renacimiento se tiende a concebir el espacio como un continente universal de cuerpos físicos. El espacio es homogéneo, isótropico, continuo, ilimitado, tridimensional y homoloidal.
*En la revolución científico-técnica, se enfrentan dos conceptos del espacio y el tiempo. Uno absoluto (Newton), en el que el espacio es una extensión real e independiente de los cuerpos que ocupan y otro con características de relativo (Leibniz).
*Kant, entiende el espacio de un modo racional, como formas a priori de la razón.
*Heidegger considera dos ámbitos del espacio; el exterior, consecuencia de la relación de unos objetos o cosas con otras; y el interior individualizado que se integra en el espacio que lo envuelve.
Los seres humanos utilizamos el espacio para orientarnos y ubicar nuestras acciones. Como dice Christian Norberg Schulz: “la mayor parte de las acciones encierran un aspecto “espacial”, en el sentido de que los objetos orientadores están distribuidos según relaciones tales como interior-exterior; lejos-cerca, separado-unido y continuo-discontinuo. El espacio, por consiguiente, no es una categoría particular de orientación, sino un aspecto de una orientación cualquiera”.
De una manera innata, aprendemos a orientarnos y a expresar así nuestra posición en el mundo y el universo.
Par distinguir entre los términos de espacio, lugar y sitio, cabe decir que el espacio es absoluto y envuelve los conceptos de lugar y sitio. El lugar lo entendemos como porción de espacio que es y puede ser ocupado por un cuerpo cualquiera. El sitio es una posición relativa dentro de un lugar.

Extraído del libro “Conceptos fundamentales del lenguaje escultórico” Editorial Akal – Bellas Artes – Madrid.





 Hermes sosteniendo a Dionisos niño
ESCUELA SUPERIOR DE BELLAS ARTES
DR. JOSÉ FIGUEROA ALCORTA

ESPACIO CURRICULAR: El arte  en la historia I
CARRERA: Tecnicatura
AÑO: 2016
CURSO:
PROFESORA: Mariana Robles


 BREVE RESEÑA HISTORICA DE NUESTRA INSTITUCION:

La Academia se fundó en 1896 con el nombre de Escuela de Pintura copia del natural, durante la gobernación de José Figueroa Alcorta y bajo el estímulo de Emilio Caraffa.[1] Este hecho significó para el interior del país un temprano acontecimiento dentro del impulso de la generación del ´80 con el objetivo de construir una idea de Nación culta y civilizada. La educación artística en este caso significó la implementación de un sistema, el académico, muy propio de la mentalidad liberal y positivista de la época. Sin embargo es necesario destacar que el modelo académico aplicado en Córdoba responde a un perfil heterodoxo.
Luego de los primeros años de funcionamiento y tras la fuerte gravitación que la Academia venía ejerciendo en el ámbito cordobés, el gobierno provincial dispone en 1911 la creación de una galería estatal de pintura y escultura. Esta circunstancia será el antecedente del Museo Provincial de Bellas Artes, inaugurando su actual sede en 1916.[2] Durante los primeros años de vida institucional, el Museo desplegará su labor íntimamente vinculado a la Academia, ambas supeditadas a la entonces Comisión de Bellas Artes[3]. Pero como lo comprueba la abundante documentación que se conserva en el Archivo Histórico de la Escuela de Bellas Artes Dr. Figueroa Alcorta, la entonces Academia era el lugar por donde pasaban todos los aspectos relacionados con las bellas artes en Córdoba.
Como institución formadora del campo, la presencia de la Academia en el medio cordobés no tardó en hacerse notar. El Ateneo, una meritoria aunque efímera institución cultural cordobesa, fue testigo desde su fundación en 1894 de una importante presencia de profesores y alumnas de la Academia, quienes fueron merecedores de distinciones en sus certámenes y de elogios en la prensa local.
La organización del Salón Anual a partir de 1916, la implementación de la ley de becas en 1922, junto a las tareas relacionadas con la convocatoria, selección y seguimiento de los becarios, estaban bajo la orbita de la Academia. Un lugar donde no solamente el arte era impartido como estudio, sino también sancionado y evaluado, un centro monopolizador de las funciones de legitimación y transmisión de valores. La pedagogía implementada durante los primeros años de la Academia tenía que ver con la gravitación de las novedades del panorama artístico europeo hacia fines del siglo XIX Los primeros profesores se apropiaron de esas novedades para construir de manera implícita una modernidad en la periferia.
Las nuevas maneras de enseñar residían entonces en la adopción de un esquema paulatino que consistía primero en la reproducción de estampas, para pasar luego a la copia del natural. Esta última estrategia implica ciertamente un rasgo de modernidad en la enseñanza de las bellas artes, que abandonará la copia de arquetipos y la pintura de memoria en el taller. Una manera inédita de enseñar tomando modelos de la vida real y que estaba a tono con el temperamento artístico de Emilio Caraffa.
“Los maestros de la pintura de córdoba” A este grupo de pintores le tocó desplegar las estrategias que hicieron posible constituir a la Academia como un lugar de prestigio. En el caso puntual del paisaje local fueron ellos quienes con su mirada iniciaron la práctica del género, resaltando su valor. La fuerza de esa mirada inicial, de esa manera de ver, construyó una representación de la naturaleza que es el punto de partida de la tradición de la pintura del paisaje en Córdoba. Propiciaron un tipo de lenguaje que era el que demandaba el cordobés urbano y burgués, habitante de los años de transición del siglo XIX al XX. Es entonces desde la Academia donde se “irradia” esta nueva forma de ver el mundo, logrando desde allí una gran difusión y al fin su aceptación.
A finales de la década del 40 la Academia fue el enclave decisivo desde donde se apoyó la canonización de lo moderno, institucionalizando los valores de las llamadas vanguardias históricas. En este segmento de la exposición están reunidos aquellos artistas que, a tono con otros centros de Argentina. Promovieron y sostuvieron la modernización de las artes plásticas. Pero lo que imprime un carácter singular a los pintores de esta generación es que operaron dentro de un proceso de re significación de los postulados ortodoxos de las vanguardias. En su práctica como artistas y como docentes dieron paso a la configuración de un entramado en el que se incorporan otros referentes de validación a su labor, como por ejemplo la ratificación de la dimensión local y regional.
Tras sus 111 años de ininterrumpida labor, la Academia, se constituye hoy como la única institución en su tipo fundada en la Argentina del siglo XIX que aun permanece en actividad.[4]

METAS INSTITUCIONALES:       

- Formar y capacitar técnicos profesionales y docentes en el campo de las artes visuales, sus disciplinas tradicionales y las ampliaciones de esas disciplinas en el mundo del arte actual.
- Promover y desarrollar la investigación en el campo de las artes visuales, sus disciplinas afines y su interrelación con las otras artes, desde la producción artística y la enseñanza del arte.
- Fomentar el perfeccionamiento, capacitación y actualización permanente en el área de las disciplinas artísticas y su enseñanza.
- Incluir las nuevas tecnologías, utilizándolas como herramientas enriquecedoras dentro de la producción artística, la investigación y la enseñanza del arte.
- Formar y capacitar técnicos profesionales y docentes en el campo de las artes visuales, sus disciplinas tradicionales y las permanentes ampliaciones de esas disciplinas, producidas en el arte actual.
- Contribuir en la generación de espacios de reflexión y producción de conocimientos, en la conservación y difusión del arte, involucrando a la comunidad como aporte a su desarrollo, transformación y bienestar.
- Formar docentes y artistas comprometidos con la realidad social de su entorno, con capacidad crítica, flexibilidad y sentido de lugar o de pertenencia.


FUNDAMENTACIÓN:

Las artes visuales en la historia es una escena curricular propicia para la conceptualización del arte en el campo histórico. A diferencia de la historia del arte, que se asume como la narrativa hegemónica de las artes visuales, el arte en la historia permite indagar las rugosidades del tiempo para rescatar discursos marginales de la cultura y especialmente el arte. Más allá de la narrativa cronológica, la herencia judeo-cristiana de un tiempo teleológico y lineal, el arte se permite explorar otros tiempos. La historia no se asume necesariamente como una consecuencia de épocas que se superan entre sí, negándose y desplegándose progresivamente sino como el flujo de imágenes que reguardan la temporalidad. La imagen, la presencia de la materia y de los cuerpos, es el epicentro neurálgico de las artes visuales en la historia.
Una lectura diferente de la historia nos permite considerar la particularidad, así también las minorías creadoras que viven fuera de los circuitos establecidos por la hegemonía cultural que sustenta los discursos históricos. Pensar el arte como posibilitador activo de sus propios discurso implicar ver la realidad desde perspectivas variadas, combinando conocimientos para entender los acontecimientos. Las artes visuales mismas pueden ser comprendidas como un acontecimiento donde la apertura de la razón y de la imaginación se conjugan para decir una verdad diferente a cualquier otra, para aprehender el sentido de lo que nos rodea.
Desde esta perspectiva las artes en el tiempo, las artes en la historia, generan visiones poéticas del mundo, anotaciones precarias frente al poder del discurso pero intensas en la propagación de un sentido afectivo y persistente.


OBJETIVOS:

-          Conocer el arte a través del tiempo, indagando las múltiples posibilidades de las creaciones artísticas.
-          Recorrer la historia del arte de manera d descubriendo sus rugosidades, entramados y redes que se conectan a través del tiempo en el arte.
-          Atender a las imágenes en sus diferentes capas de sentido advirtiendo la complejidad de la historia encarnada en la materia
-          Otorgar protagonismo en el relato histórico a los sentidos que del arte provienen, priorizando el relato material antes que el relato cronológico.
-          Escuchar, divisar, entender las visiones del arte en cuanto frecuencia atemporal del habla.
-          Comprometerse con el estudio del arte en la historia como relato cualitativo para la práctica artística.
-          Visibilizar prácticas artísticas alternativas de aquellas que se legitiman en la historia del arte hegemónica.
-          Pensar el arte en la historia desde nuestro contexto, imprimir la perspectiva singular de quien rasga su elemento de estudio y no desde una visión objetiva y neutral.


CONTENIDOS: 

Unidad I:

Introducción a la imagen de mundo de las diferentes épocas de la historia de occidente desde la configuración del mundo antiguo hasta la época moderna y lineamientos conceptuales de la contemporaneidad.
Toda la cátedra se desprenderá de la lectura de los textos-manifiestos de los artistas de fines de Siglo IXX y principios de Siglo XX. En la primera unidad se leerán y analizaran los textos de los impresionistas, especialmente los escritos por Paul Cézanne. A partir de su pensamiento podemos encontrar relaciones, entramados y figuraciones propicias para comprender otras tendencias de las principales corrientes del arte de occidente como el Barroco, pero también la herencia formal y filosófica devenida en estética de los antiguos griegos, del mundo clásico. También se pueden detectar en los escritos de Cézanne los principales antagonismos que toman diversas formas pero aún así se mantienen en la historia, como las dicotomías sujeto-objeto, hombre-mundo y exterior- interior. Estos problemas, no sólo aparecen las formulaciones teóricas, sino también encarnadas en los cuerpos de las obras. Dentro del mismo movimiento impresionismo se puede aprehender por negación o afirmación, diferentes aspectos, de la herencia artística precedente.

Unidad II:

En la segunda unidad se presentara el Fauvismo y el expresionismo como una tendencia capaz de mostrar aspectos mucho menos teóricos de los artes, vinculados a la idea de salvajismo y niñez. Pero a pesar esta radical propuesta de comenzar con el arte desde el principio, refundar la creación en la historia al modo de un primitivo, los artistas fauvista y expresionistas se anudan a la historia. Sus elementos formales, el uso del color, la invasión del plano pictórico, el protagonismo del gesto se diferencia del impresionismo y de la fundación perspectiva del renacimiento, pero la negación es una forma de aprehensión, que permite una mirada de la historia desde otra mirada. La mirada ya no se ubica en los ojos como la tradición occidental ha diseñado racionalmente, entendiendo que la visión es lo que más fielmente traduce las coordenadas de la mente. Para los fauvistas y los expresionistas todo el cuerpo es canal de sensaciones y posibilitador de imágenes. Aquella oscuridad prerracional y la configuración de un cuerpo sufriente nos conectan con el gótico y el estadio pasional de la búsqueda de un sentido más allá de la realidad del mundo. Una realidad interior que oficié de verdad frente a todo lo que hay.

Unidad III:

Cubismo. Primera pintura abstracta. La pintura cubista cuestiona de manera radical la concepción espacio-temporal de la tradición pictórica occidental. Fragmenta y reinventa el plano ordenando el cuadro como un laboratorio donde la vista se reconoce. Los elementos del cubismo, las fuentes de inspiración, la preponderancia del collage, la ruptura de un único punto de vista, la introducción de imágenes primitivas cuestionan no sólo la pintura como un dispositivo estético, sino el arte como espejo de una cultura.
Una cultura, que según los cubistas, ésta en crisis. Una cultura que guiada por la razón ha propiciado guerras y exterminado las formas humanas esenciales. La abstracción imprime nuevas leyes al cuadro, pero también el arte, lentamente, permitirá cambiar el mundo.    

Unidad IV:

El surrealismo es una de las tendencias más críticas de las lógicas de la razón, y de las imágenes mágicas arrasadas por el mundo capitalista y su interés por las alienantes máquinas de trabajo. El surrealismo encuentra su fuente de inspiración en las teorías freudianas, atravesado por el incipiente nacimiento de la neurología y un nuevo concepto de la conciencia humana. Todo es mucho más misterioso de lo que se creía y la realidad muestra caminos secretos. En esos caminos se pueden encontrar puentes y vínculos de con el arte latinoamericano, las vanguardias brasileras y latinoamericanas, periféricas de la razón hegemónica, proponen nuevas alternativas para la visión estructurada de la tradición europea.     

METODOLOGÍA:
Los alumnos abordaran el material teórico a partir de una exhaustiva lectura en clase de todos los sentidos implicados en los textos. Considerando que los alumnos son de primer año se irán reafirmando los contenidos continuamente, viendo desde diferentes puntos de vistas la misma problemática. Entendiendo que las artes visuales en la historia es el recorrido por los problemas estéticos que los artistas presentan con sus obras y sus escritos.

CRITERIOS DE EVALUACION:
Para evaluar los trabajos propuestos en la cátedra se tendrá en cuenta la capacidad para relacionar contenido, la predisposición de participación en clase y la apropiación de contenidos a través de lecturas regulares y persistentes.
INSTANCIAS DE EVALUACIÓN:
Las instancias evaluativas se ajustan las propuestas por la dirección de la escuela:
dos instancias evaluativas en el primer cuatrimestre  y dos instancias evaluativas en el segundo  cuatrimestre.

BIBLIOGRAFIA PRINCIPAL:  
HESS, Walter. “Documentos para la comprensión del arte moderno”, Editorial Nueva Visión, Buenos Aires, 1998.
BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA:
SUREDA J. y GUASCH, Ana María. “La trama de lo moderno”, ediciones Akal, Madrid, 1993.
GOMBRICH, Eric H. “La historia del arte”, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2007.
HAUSER, Arnold. “La historia social del arte y la literatura”, Editorial Guadarrama Madrid, 1969. (en biblioteca)
BATAILLE, George. CALLOIS, Roger. KLOSSOWSKI, Pierre. “Revista Acephale”, Editorial Caja Negra, Buenos Aires, 2006.  
WOODFORD, Susan. “Introducción a la Historia del Arte” - “Como mirar un cuadro”, Editorial Gustavo Gilli, Barcelona, 1985.
DIDI-HUBERMAN, Georges. “Ante el Tiempo”, Editorial Adriana Hidalgo, Buenos Aires, 2006.
CIPPOLINI, Rafael.”Patafísica”, Editorial Interzona, Buenos Aires, 2010.  
SANCHEZ MONTAÑEZ, Emma. “Arte indígena sudamericano”, Editorial Alhambra, 1986.

HATJE, Ursula. “Historia de los estilos artísticos”, Editorial Garriga. (en biblioteca)